El lado oculto de WhatsApp: los peligrosos grupos donde adolescentes compiten por dejar de comer

Los trastornos de la alimentación encuentran un terreno fértil en chats secretos donde jóvenes se alientan mutuamente a ayunar, ocultar su enfermedad y seguir retos extremos para bajar de peso.
Especialistas en salud mental, nutrición y crianza digital advierten que muchos padres desconocen el riesgo al que sus hijos están expuestos.

La joven de 16 años cerró la puerta de su cuarto, iluminado solo por la luz de un pequeño velador. Se puso frente al espejo, se sacó el buzo oversize negro que usaba siempre y bajó apenas el jogging, dejando a la vista su hueso de la cadera. Levantó un poco la remera blanca y, con su cabello largo y revuelto, se cubrió el rostro para ocultar cualquier identificación. Luego, tomó una foto con su celular.

La imagen, enfocada en su cintura, fue enviada a un grupo de WhatsApp que, según advertía, reunía a unas 150 chicas de entre 17 y 15 años, o incluso menos.

—Soy Camila y quiero ser flaca —escribió en el chat, con la esperanza de ser aceptada y con la necesidad de no sentirse sola.

Le dieron la bienvenida y, de inmediato, comenzó a recibir consejos, uno tras otro. El sonido de los mensajes rompía el silencio nocturno del departamento donde vive con su familia: «Te puedo explicar cómo mantener un ayuno sin que tus padres se enteren», «¿Sabés cómo contar calorías?», «¿Ya probaste hacer competencias de pérdida de peso?», «Yo sé cómo vomitar sin esfuerzo».

Una usuaria, cuya foto de perfil mostraba un personaje infantil, escribió: «Si comes, tienes un castigo: córtate, lastímate el muslo o el brazo cerca de la axila. Hazlo también si sientes ansiedad».

Camila llegó a ese chat a través de un enlace publicado en los comentarios de un video en redes sociales. Al leer aquel consejo dudó, pero no se horrorizó. Recordó que había visto unas hojillas de afeitar en el baño.

El chat al que accedió, cuyo nombre fue cambiado para proteger su identidad, es solo uno de los cientos que promueven trastornos de la conducta alimentaria (TCA) y que niños, niñas y adolescentes pueden encontrar al navegar en plataformas digitales.

Las redes sociales funcionan como una puerta de entrada a estos grupos de WhatsApp y Telegram, aplicaciones que muchos adultos consideran solo herramientas de mensajería, sin imaginar que pueden ser el espacio donde ocurren conversaciones peligrosas. Estas interacciones se camuflan bajo nombres inofensivos como «Tarea del cole» o «Por siempre princesas».

Muchos padres creen que sus hijos usan las redes de la misma manera en que ellos lo hacen, pero la realidad es que su significado y función han cambiado. Especialistas en crianza digital advierten que, sin supervisión, los jóvenes quedan expuestos a riesgos graves para su salud y desarrollo.

Un análisis de varios de estos chats reveló que su acceso es sorprendentemente sencillo. Los enlaces de invitación se comparten en conversaciones donde se comentan videos sobre dietas, retos extremos para perder peso, hábitos alimenticios de influencers o transformaciones corporales de celebridades.

En Telegram, donde la moderación es prácticamente inexistente, los grupos son de acceso irrestricto. En WhatsApp, en cambio, suele haber filtros para quienes desean unirse, como ocurrió en el caso de Camila. Se les advierte que son espacios «tóxicos» y que no admiten personas «sanas». Para ser aceptados, se pide una foto de la cintura, así como datos de peso y altura. También se establecen reglas: está prohibido el acoso, y los miembros no deben compartir imágenes de su rostro, solo de sus piernas, brazos y abdomen.

Algunos grupos tienen dinámicas meticulosas y obsesivas, organizando una especie de «carrera» para perder kilos. En el perfil del chat se establecen normas: los lunes se debe hacer un ayuno de 24 horas, el martes se envían fotos de las manos o brazos, el miércoles de las piernas, el jueves de las clavículas, el viernes de la comida ingerida, el sábado de la rutina de ejercicio y el domingo se imponen «castigos» a quienes hayan comido más de lo permitido.

En Telegram, donde los contenidos son aún más extremos, se encuentran mensajes como: «Subimos frases y fotos motivacionales para personas con TCA». Una imagen muestra unas piernas esqueléticas enfundadas en medias rosas. El mensaje que la acompaña dice: «Lo que comes en privado, lo llevas puesto en público».

Los especialistas en trastornos alimentarios advierten que quienes crean y administran estos grupos suelen ser jóvenes que padecen la enfermedad, pero también pueden ser adultos con intenciones peligrosas. En muchos casos, los grupos funcionan con una lógica sectaria, haciendo que quienes ingresan tengan dificultades para salir. Se les promete compañía y la falsa idea de que pueden mantener el trastorno sin consecuencias fatales. Sin embargo, las estadísticas cuentan otra historia.

Los TCA tienen la segunda tasa de mortalidad más alta entre los trastornos de salud mental, superada solo por la adicción a los opioides.

Un problema que se intensificó en pandemia

Camila comenzó a desarrollar su trastorno durante la pandemia, casi sin darse cuenta. Decidió aprovechar el encierro para «ponerse en forma» siguiendo a influencers que promovían dietas. Se inspiraba en modelos de belleza extremadamente delgadas.

Cuando la pandemia terminó, parecía que todo volvía a la normalidad, excepto su mundo interior. Se sentía aislada de sus amigos, y su vida giraba exclusivamente en torno a su trastorno. En ese contexto, los grupos de WhatsApp y Telegram se convirtieron en su refugio.

—Me daban consejos para engañar a mis padres, podía hablar libremente de mi trastorno sin que me juzgaran.

Pero su entorno comenzó a notar cambios. Sus amigas vieron que no comía y trataban de ayudarla, aunque sin comprender completamente la gravedad de la situación.

Finalmente, su estado de salud llamó la atención de un profesional de la salud, quien detectó que su situación era crítica. A partir de allí, inició un tratamiento con un equipo especializado en TCA.

Los especialistas en nutrición y salud mental destacan que la influencia de los contenidos digitales en la adolescencia es enorme. Un estudio analizó la relación entre el consumo de redes y la prevalencia de los TCA, revelando que el 41% de los adolescentes con un uso compulsivo de redes también presentaban síntomas de trastornos de la alimentación.

Las familias, dicen los expertos, juegan un rol clave en la prevención. Es necesario que los padres se involucren en la alfabetización digital de sus hijos, comprendiendo cómo funcionan los algoritmos y de qué manera pueden influir en la salud mental. También destacan la responsabilidad de las plataformas y la importancia de regulaciones que protejan a los menores.

La recuperación es posible

Camila logró salir de todos los grupos y cerrar sus redes sociales. Con ayuda profesional, comprendió que su felicidad no podía depender de perder peso.

Hoy, con 19 años, estudia una carrera universitaria vinculada al arte. Cuando mira atrás, recuerda los contenidos que consumía en redes como un cúmulo de oscuridad y obsesión. Ahora, sus intereses han cambiado.

—Cuando me acuerdo de esos grupos, me doy cuenta de lo atrapada que estaba. Hoy disfruto de estudiar, de salir con mis amigas y de comer sin miedo.

Pero el problema sigue vigente. Hace poco descubrió a su hermana menor escondiendo comida. Actuó rápidamente y consiguió ayuda profesional.

Camila está convencida de que, con apoyo, su hermana también podrá salir adelante.

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