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Prevención

Fundación Manantiales fue la ONG elegida por Naciones Unidas y SESI (Servicio Social da Industria Brasileira) para la implementación tanto en Argentina como en la Rep. Oriental del Uruguay del Programa de Prevención de las Adicciones en el Ámbito Educativo y Laboral. En 1998 en la ciudad de Porto Alegre, se suscribió un acuerdo de cooperación técnica entre los distintos actores, y hasta la fecha se han dictado más de 1.500 talleres en instituciones educativas y empresas de ambos países.
Los programas de prevención desarrollados tienen por objetivo fortalecer los factores de protección, reducir los factores de riesgo y promover hábitos sanos de vida.
Las investigaciones internacionales han demostrado que prevenir el abuso de drogas y otras conductas problemáticas genera beneficios concretos para el Estado, para los Colegios, empresas y padres.

Más allá de los costos emocionales que las personas adictas implican para la familia y sociedad, las adicciones producen enormes pérdidas en sanidad, seguridad, justicia y por supuesto en productividad como consecuencia de llegadas tardes, ausentismos, bajo desempeño y accidentes laborales. De estos últimos, el 70% son causados por personas que consumieron alcohol o drogas.

Nuestros programas de prevención producen beneficios concretos en los participantes y sus familias, que pueden medirse en costos monetarios. Por cada dólar gastado en prevención se dejan de gastar entre 7 y 10 dólares el día de mañana como resultado del programa.

PROGRAMAS OFRECIDOS POR FUNDACIÓN MANANTIALES

Todos los programas son interactivos y se adaptan a los requerimientos y necesidades de cada institución.

Programas en Ámbitos Educativos:

● Talleres docentes y directivos.
● Talleres para padres.
● Talleres para alumnos.

Ejes temáticos:
● La importancia de la familia en la prevención de las adicciones.
● Tecno Adicciones en el hogar y cómo prevenirlas.
● Trastornos alimentarios: signos de alerta y prevención.

Programas in Company:

● Talleres directivos y mandos medios
● Talleres para empleados
● Talleres abiertos a empleados y familiares

Ejes temáticos:
● Familia actual y prevención de las adicciones.
● Cómo reconocer y ayudar a un empleado con adicciones.
● Empresa libre de drogas. Hábitos sanos de vida.

RESULTADOS DE NUESTROS TALLERES

94% Valoró positivamente a la Institución educativa, por brindar estos espacios.
90% Manifiesta haber adquirido herramientas prácticas para la prevención de las adicciones.
92% Piensa que este tipo de talleres les da un plus importante, porque incorpora valores además de contenidos, y capacita a docentes y padres.
95% Prefiere un centro educativo que aborde temáticas de actualidad y de prevención.
90% Considera que, a partir del taller, se reduce el riesgo de padecer una adicción.
98% Recomendaría este taller a otras personas y organizaciones educativas y sociales.

LA IMPORTANCIA DE LA PREVENCIÓN

El consumo temprano de drogas aumenta las posibilidades de que una persona se convierta en adicta. Cabe recordar que las drogas modifican el funcionamiento del cerebro y la conducta, lo que puede causar adicción y otros problemas graves. Por lo tanto, prevenir el consumo temprano de drogas o de alcohol puede servir de mucho para reducir estos riesgos.
El riesgo de consumir drogas aumenta sustancialmente durante las etapas de transición. En el caso de los adultos, un divorcio o la pérdida del trabajo pueden aumentar el riesgo de consumo de drogas. Para un adolescente, las épocas de riesgo incluyen las mudanzas, el divorcio de sus padres o el cambio de escuela.
Cuando los niños pasan de la escuela primaria a la escuela media, deben hacer frente a nuevas situaciones sociales, familiares y académicas que les resultan difíciles. A menudo, durante este período se ven expuestos por primera vez a sustancias como los cigarrillos o el alcohol. Al ingresar en la escuela secundaria, pueden encontrarse allí con una mayor disponibilidad de drogas, adolescentes más grandes ya dados al consumo y actividades sociales en las que se consumen drogas. Cuando dejan la escuela secundaria y comienzan una vida adulta más independiente, sea en la universidad o en un ámbito laboral, también pueden verse expuestos al consumo de drogas, alejados ya de la estructura protectora que proveen la familia y la escuela.
Un componente normal del desarrollo adolescente es cierto nivel de toma de riesgo. El deseo de probar cosas nuevas y ser más independiente es sano, pero también puede aumentar la tendencia de los adolescentes a probar las drogas. Las partes del cerebro que controlan el juicio y la toma de decisiones no terminan de desarrollarse hasta pasados los 20-25 años. Esto limita la capacidad de un adolescente para evaluar correctamente los riesgos de probar drogas y hace que las personas jóvenes sean más vulnerables a la presión de sus compañeros.
Dado que el cerebro todavía está en desarrollo, es más probable que el consumo de drogas a esta edad trastorne la función cerebral en zonas que son críticas para la motivación, la memoria, el aprendizaje, el juicio y el control de la conducta.
La prevención no es un arma mágica que erradica completamente el abuso de drogas, pero su realización es fundamental para disminuirlo. Consiste en conseguir que la mayoría de las personas adapte una calidad de vida y un estilo de conducta contrario a aquél generado por las adicciones. La prevención de fortalecer los factores de protección y disminuir los factores de riesgo. Asimismo debe promover una sociedad moderna libre de adicciones, y para ello, debe apuntar a la educación, la ocupación, la sanidad, la lucha contra el narcotráfico, la cultura, y el empleo de tiempo libre en actividades recreativas sanas.
En Estados Unidos, luego de comprobarse el altísimo costo que provocaba en la sociedad el consumo de tabaco, alcohol y otras drogas, se impuso como una necesidad primordial la realización de una política seria y consciente de prevención de las adicciones. Según los datos obtenidos, ese costo ascendía a unos cuatrocientos billones de dólares. El Center for Substance Abuse Prevention (CSAP) define la prevención como el conjunto de las acciones que permiten a los ciudadanos una vida sana, productiva y segura. Este centro desarrolla una serie de medidas preventivas que se materializan a través de los ámbitos educativos, en la búsqueda de diferentes actividades, en la realización de programas destinados a la comunidad en los cuales se informa adecuadamente. Aunque en realidad, quien efectúa el mayor esfuerzo son las asociaciones de carácter privado ya que se manejan con fondos provenientes de donaciones privadas o subvenciones públicas, o de los mismos miembros voluntarios que las constituyen.
Por otra parte, el gobierno se dedica más a programas de tipo escolar, brinda servicios informativos al público, o alternativas de tratamientos. Los datos muestran un declive en la curva de consumo de alcohol, tabaco y drogas ilegales en los últimos años, demostrando la eficacia de la prevención. En el grupo de adolescentes de 12 a 17 años, desde el año 1983 el índice bajó un 11%. En el grupo de 18 a 25 años, 1 de cada 3 adolescentes consumía drogas ilegales ese mismo año, pero la proporción disminuyó a 1 de cada 7 hacia el año 1995.
Se ha comprobado que los jóvenes son los más propensos a consumir tabaco, alcohol y drogas ilegales (teniendo la mayor proporción de muertes por ingesta de sobredosis, cuadros de intoxicación severa a raíz del alcohol, violencia por el uso del alcohol y el consumo de drogas ilegales). En grupos de adultos mayores de 26 años, se manifiesta un alto consumo de alcohol y tabaco, en tanto que el índice arrojado por consumo de drogas ilegales es el más bajo.
En otras palabras, los menores de 25 años tienen más probabilidades de iniciarse en el consumo de estos tres elementos, en tanto que los mayores lo hacen con alcohol o drogas de prescripción médica. Es por eso que se focalizan los esfuerzos en los más jóvenes, por tratarse del grupo de mayor riesgo.
Un estudio en profundidad del NIDA, brindó datos escalofriantes en cuanto a la cantidad de personas que había

probado cocaína alguna vez en su vida, tanto los que consumieron durante el último año, como los que la consumieron en el último mes. Además, mostraba el incremento de los casos de urgencias médicas debidos al consumo de esta droga (inclusive también muertes por su abuso). Por ello, se implementó una campaña específica avalada por testimonios de adictos famosos llevados al fracaso por su adicción. Sin embargo, el conocimiento de la gente aumentó proporcionalmente al uso de la cocaína. Hubo que luchar contra una mentalidad bastante arraigada, que promovía su uso como algo “recreativo”, que creía que no generaba adicción, y contra toda la publicidad a favor que brindaban las películas, las canciones y la televisión. La cocaína parecía el elixir de los años 80.
En 1985, una encuesta mostró que unos 70 millones de americanos habían probado alguna de las drogas ilegales al menos una vez en su vida. Ya se sabía que los jóvenes adultos eran los más propensos a utilizar cocaína, aunque también los sectores más jóvenes comenzaron a utilizarla. Se resolvió efectuar una fuerte campaña para ellos, pero surgió el inconveniente de que los usuarios creían conocer todo sobre el tema y se consideraban independientes. Hacían hincapié en los supuestos efectos positivos del uso de la droga, ignorando los efectos negativos reales. El NIDA tuvo que encontrar las razones más convincentes para hacerles desistir del uso de la cocaína, y para ello, se conectó con una organización voluntaria constituida por agencias de publicidad, medios gráficos y una serie de organizaciones de tipo humanitario, llamada Ad Council solicitandoles colaboración. Durante tres meses trabajaron juntos los integrantes de ambos sectores, y en 1986, salió el primer anuncio de la campaña denominada “Cocaine The Big Lie” (Cocaína, la gran mentira). El objetivo era distribuir información puntual: que se trataba de una droga en extremo adictiva, que causaba serios conflictos de orden social, psíquico y de salud. Con estos datos trataba de desterrar la noción de la cocaína imaginada como elixir y las falsas expectativas que se gestaban a su alrededor.
La campaña comenzó con apoyo de ex adictos pertenecientes a todos los estratos sociales, quienes a través de los medios difundieron los efectos negativos que su adicción había causado en su vida, su familia y su trabajo, siendo sus destinatarios los jóvenes ubicados entre los 18 y los 35 años. También difundieron la importancia de buscar ayuda profesional, ya sea en una clínica de adicciones, con un psicólogo especializado en adicciones o un centro de rehabilitación para drogadictos; para así poder llevar adelante un tratamiento serio y en consecuencia, superar la adicción.
Durante el transcurso de ese año, se solicitó también la colaboración de deportistas famosos para motivar a los adictos a aceptar apoyo, y a los que aún no habían caído en la tentación de la droga, a evitarla. El éxito de la campaña fue evidente no sólo gracias a la gran calidad que los anuncios poseían, sino también a la polémica que produjo la muerte de un astro del deporte, Len Bias, por su adicción a la cocaína. Esto hizo que la campaña fuera acogida con mayor receptividad ya que el tema estaba en plena controversia. Fue enorme la cantidad de personas que llamó a los teléfonos habilitados solicitando información y ayuda, así como también acudiendo a los centros de rehabilitación para adictos. Esto fue un indicio fundamental del triunfo de la campaña.
La segunda campaña, lanzada en 1988, apuntó a los jóvenes que cursaban la escuela superior y colegios mayores, dirigiéndose también a las familias y a los amigos de aquellos que eran adictos. Los métodos utilizados fueron los siguientes: se recrearon situaciones similares a las que se producen entre los adictos, como si se estuviera frente a un escenario: una pareja discutiendo el tema, un joven incitando a los demás a tomar droga, sosteniendo sus beneficios y su inocuidad, seguido por otro que arrojaba el frasco a la basura afirmando que todo era una gran mentira, de manera tal que con estas representaciones, los jóvenes usuarios de drogas, se sintieran identificados con los momentos que ellos mismos atravesaban.
El presupuesto utilizado en la campaña no fue difundido exactamente. Lo que se supo fue que el gobierno federal asignaba a la guerra contra las drogas unos 12 billones y medio de dólares, pero que solamente una parte había sido empleada en la campaña, y que en general se utilizaba mucho más dinero en los tratamientos contra la droga que en los métodos de prevención. Los resultados de la campaña fueron alentadores: un gran porcentaje de jóvenes fue concientizado sobre el riesgo de consumir cocaína, pero la edad de iniciación en la droga bajó en dos años un l%, siendo esta cifra un índice desfavorable. La realidad ineludible es que el flagelo de la droga es tremendo y las estadísticas arrojan datos alarmantes. Al parecer, un millón de jóvenes adolescentes usa droga una vez por mes, unos cuatro millones consumen alcohol y cerca de dos millones fuma. Si bien se sabe que entre los mayores el índice de consumo de drogas ha descendido, ha sucedido lo contrario en los más jóvenes, que utilizan marihuana, crack, LSD, alucinógenos, cocaína. Esta es la razón por la que este grupo más joven será el objetivo de ataque de las próximas campañas.

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